Reinventarse con más de 50 años.

Índice
  1. ¿Tienes 50 años o más y te han dejado en la calle, laboralmente hablando?
  2. Lo primero que deberías hacer es conocerte y averiguar cuál es tu talento o talentos, porque debes tener más de uno.
    1. Concédete permiso para dejar de lado tus preocupaciones y concentrarte en ti.
    2. La clave está en la “misión”.
    3. La gente feliz es la que trabaja en algo que le apasiona y le hace feliz.
    4. Repasa la lista las veces que haga falta y añade o descarta, hasta que todo lo que haya en ella realmente te guste o, mejor aún, si te apasiona.
    5. Después, con esa lista, que ya debería ser bastante reducida. Tienes que hacer otra criba.
    6. Nadie ha dicho que te tengas que limitar a una sola cosa.

Reinventarse parece ser la palabra de moda.

Reinventarse. ¡Claro, genial!

Pero, ¿qué hago?

Esta es la pregunta del millón. Está muy de moda decirle a alguien que tiene que reinventarse.

¡Fantástico! Me voy a reinventar…

Y, luego vienen las dudas. Sí, eso está muy bien, pero… ¿Qué puedo hacer?

¿Estás en esa situación?

¿Tienes 50 años o más y te han dejado en la calle, laboralmente hablando?

Pues yo te diría que no te lances a lo loco a cualquier cosa que se te haya ocurrido en una de esas noches en blanco.

Sí, en esas noches en las que no puedes dormir y, de repente, se te ocurre la idea del siglo. No puedes con la excitación. Prácticamente, no puedes esperar hasta que amanezca para ponerla en marcha. Millones de ideas fluyen por tú cabeza. Al final, por extenuación, te duermes. Y…

¡Oh, decepción!

Cuando te despiertas, ya no te parece tan buena idea.

¿Cuántas veces te ha ocurrido eso?

Y, mientras el tiempo pasa. Las ideas vienen y van en una especie de carrusel, pero ninguna la llegas a poner en marcha.

¿Sabes por qué?

Porque, en el fondo, sabes que no te identificas con ellas. Y, la desesperación es mala consejera.

Pero, si te has identificado con este relato, ahí va mi consejo.

Lo primero que deberías hacer es conocerte y averiguar cuál es tu talento o talentos, porque debes tener más de uno.

Esto que parece tan obvio, prácticamente nadie lo hace. Y te comprendo porque tu prioridad es poder pagar las facturas y ayudar a mantener a tu familia si la tienes.

Pero, créeme, lanzarte a lo loco a cualquier cosa va a ser perder el tiempo y, seguramente, el poco dinero que te quede.

Si lo piensas bien, tienes una segunda oportunidad para hacer algo que, de verdad te guste, con la experiencia de lo que has vivido. Cuando eras joven no tuviste esa oportunidad. Tuviste que elegir, imaginando lo que te aguardaba, pero sin la experiencia de vivirlo día a día.

Ahora has vivido. Sabes, si elegiste bien y tu trabajo ha sido satisfactorio para ti o, por el contrario, cuantas veces habías deseado un cambio.

Tanto si era satisfactorio como si no, es una segunda oportunidad. Aunque probablemente, te la tengas que fraguar de otra manera diferente a como lo has hecho hasta ahora.

Cuando lo hagas, cuando hayas hecho esa revisión y te hayas dado cuenta de qué puedes elegir y qué es lo que desearías hacer, si la espada de Damocles de la urgencia del dinero, no estuviera encima de tu cabeza, se acabarán las noches en blanco pensando qué hacer, pero… sin hacer nada más que perder el tiempo, los nervios y la salud.

Así que, para empezar, tómate un tiempo de tranquilidad.

Concédete permiso para dejar de lado tus preocupaciones y concentrarte en ti.

Pídele a todo tu entorno que te “dejen en paz” durante ese tiempo que necesitas.

Si te lo puedes permitir (sin que la cosa acabe en divorcio) y tienes sitio o medios para hacerlo, aléjate de tu entorno habitual.

Busca un sitio tranquilo y aislado.

Si no puedes, levántate y da largos paseos por el campo o la playa o por un parque o un barrio de tu ciudad donde nadie te conozca ni te vaya a parar por la calle.

Lleva contigo un cuaderno para apuntar.

Mientras haces eso, observa a tu alrededor. Comprueba que cosas te llaman la atención. Apunta en tu cuaderno lo que te resulta agradable y lo que no.

Observa la naturaleza.

Aunque estés en la ciudad, siempre encontrarás un parque con un poco de naturaleza.

Toma consciencia de cómo los árboles, las plantas, los pájaros, cualquier cosa viviente, vive su vida sin preocupaciones, simplemente “cumpliendo su misión”.

Ya, ya sé que estarás pensando que eso es una bobada cuando tienes tantas preocupaciones, pero, créeme, yo lo he hecho y me ha hecho darme cuenta de que la naturaleza nos da una lección.

No, no se trata, de decir algo así como “hala, pues no me preocupo de nada y que las cosas se solucionen solas”. No, porque eso no va a pasar. Esa no es la lección.

La clave está en la “misión”.

Si cada ser que existe en la naturaleza tiene una misión predefinida (porque no han podido elegir) ¿no es posible que nosotros (que sí podemos elegir) no tengamos una también?

Y si tenemos esa elección, porque tendría que ser solo una y no varias?

Sé que te debe sonar a rollo espiritual. Pero ¿es que acaso no somos seres trascendentes y poseedores de un espíritu (o lo que sea)?

Piensa un poco.

Si no lo fuéramos, no nos preocuparían otras cosas que nuestros instintos básicos: comer y procrear. Pero no es así. Somos artistas, filósofos, religiosos (cada cual a su manera), solidarios y, un sinfín de cosas que no necesitaríamos sino tuviéramos algo más que un simple cuerpo físico al que hay que alimentar.

Por lo tanto, si tenemos una misión o podemos elegir entre varias para lo que tenemos talento ¿no tendríamos que averiguar cuál o cuáles son?

La gente feliz no es la que tiene mucho dinero. Aunque seamos sinceros, con dinero se vive mejor.

La gente feliz es la que trabaja en algo que le apasiona y le hace feliz.

Piensa bien. De las 24 horas del día, pasamos un mínimo de 8 horas en el trabajo, un tercio o más del día. Si lo que haces no te hace feliz, ¿cómo vas a conseguir ser feliz una vida entera?

Ahora, vuelve a pensar en la observación de la naturaleza.

Cuando tengas suficientes apuntes de lo que te conmueve y lo que no, haz una lista de lo que piensas que te gustaría hacer si pudieras volver a empezar. Lo que te ha conmovido, será lo más afin a tí.

Repasa la lista las veces que haga falta y añade o descarta, hasta que todo lo que haya en ella realmente te guste o, mejor aún, si te apasiona.

Ahora, coge y borra de la lista aquellas profesiones a las que tengas que dedicar más tiempo de estudio que él que te queda de vida laboral.

Te pongo un ejemplo: si has puesto ser médico, evidentemente no sirve, para cuando acabes la formación, no te va a dar tiempo de ejercer. Una cosa es soñar y otra no poner los pies en el suelo. Pero, aunque no puedas ser médico, sustitúyelo por alguna profesión relacionada con la ayuda a la salud de los demás y de una duración más corta. Hay muchas, busca y encontrarás.

Y así sucesivamente.

Ves tachando las que menos te interesen o sustituyendo las que sean demasiado largas o inalcanzables por el tiempo o por condición física.

Tienes una segunda oportunidad, pero ya no tienes 20 años.

Vamos que, si has puesto jugador de futbol o bailarina de ballet profesional, por poner otros ejemplos, tampoco te sirve.

Eso lo tendrás que dejar para la parte de los hobbies y, en todo caso, hacer voluntariado para ayudar en algún Club.

Supongo que me vas entendiendo.

Al final, tendría que quedarte en la lista algo que te apasione, algo que te guste mucho y cosas que te apetecería probar como trabajo.

Después, con esa lista, que ya debería ser bastante reducida. Tienes que hacer otra criba.

¿En qué situación te encuentras?

¿Dispones de medios económicos, como el paro, ayudas o ahorros que te permitan estudiar?

Si la respuesta es sí, tienes que contemplar otra circunstancia.

¿Esa profesión que has elegido requiere que después una empresa te contrate?

Si la respuesta es sí, olvídala. Nadie te va a contratar recién salido de los estudios y sin experiencia ninguna. Nuestra sociedad es así de maja.

Sé consciente de que te vas a tener que auto-emplear.

En eso no hay vuelta de hoja. No te voy a contar milongas.

A menos que quieras seguir intentándolo en la profesión que has tenido hasta ahora, aunque la detestes (y, aun así, va a ser difícil), te vas a tener que sacar las castañas del fuego por tu cuenta.

Si la profesión que has elegido no permite el autoempleo, descártala y busca entre las que te queden la o las que te permitan ser autosuficiente.

Si no te queda ninguna, da la vuelta a la tortilla y piensa qué modalidad, relacionada con ella, te daría esa posibilidad.

Debería quedarte una o, algunas pocas en algún caso, en las cuales te gustaría trabajar.

Ahora piensa.

¿Eres una persona de rutinas o, por el contrario, necesitas variedad para no aburrirte?

Si eres de las que necesitan variedad, busca en la lista, alguna profesión que no sea estar haciendo lo mismo todo el día o te vas a volver a amargar la vida.

Y, sino, también, elige algunas que estén relacionadas entre sí y te permitan ofrecérselo a los mismos clientes.

Nadie ha dicho que te tengas que limitar a una sola cosa.

Eso es otra limitación impuesta por una sociedad que quiere hacernos creer que solo se puede hacer bien una sola cosa.

En la antigüedad, la gente se buscaba la vida como podía, en varios oficios a la vez, y los “científicos” o, mejor dicho, sabios, eran, a la vez, médicos, astrólogos, físicos, matemáticos, artistas, etc. y no les iba tan mal. Ya está bien de restricciones.

Con todos estos elementos en la mano, ya tendrás una idea bastante aproximada de que puedes hacer para reinventarte.

Ahora te aconsejo dos cosas extras:
  1. Aprende técnicas de ventas. Ya que tendrás que vender tu producto o servicio y, para hacerlo con garantía de éxito, hay que aprender a vender. A fin de cuentas, ¿Qué crees que haces en cualquier fase de tu vida más que venderte bien? Pues eso que te sale natural poténcialo con una buena técnica.
  2. Aprende a manejarte por Internet. No harás nada si no eres visible y, hoy en día, el escaparate al mundo es Internet. Miles de posibilidades te aguardan, ponte al día.

Sigue el blog. Encontrarás, consejos, ideas y proyectos llevados a examen para que sepas cuales tienen viabilidad y cuáles no.

 

 

Rosalia

Psicóloga Gestalt, Hipnóloga y Coach de pareja. 40 años ayudando a personas a encontrar su pareja ideal y como llevar su relación hacia una estabilidad duradera.

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